El manejo del dolor sigue siendo por mucho la primera preocupación del odontólogo. Es el principal motivo de consulta, pero también el más frecuente por el que el paciente no regresa. La población debería entender que la prevención no sólo es el método más efectivo en términos de conservación de la salud bucal, sino además, la forma más segura de evitar los procedimientos dolorosos. En caso de enfermedad, la manera más deseable para controlar el dolor sería anular la causa, por ejemplo, eliminar la caries dental. Sin embargo, los procedimientos para hacerlo, a su vez pueden provocar cierta molestia. Esta es la razón primordial por la que la mayoría de las personas sufre ansiedad durante la visita al odontólogo. Tanto el profesional como su paciente deberían entender que la ansiedad afecta considerablemente la percepción del dolor y dificulta el manejo del paciente y su problema de salud bucal. La percepción del dolor varía de un individuo a otro, de una cita a otra; incluso en la misma persona en la misma cita.
Los odontólogos debemos considerar que los pacientes temerosos tienen dificultad para expresar en términos concretos sus sentimientos, ya que están más preocupados por el dolor, lo que entorpece su manejo y el tratamiento. Por el contrario, un individuo tranquilo entiende el dolor en términos más racionales que sentimentales y puede participar en su tratamiento.
Percepción del dolor. La percepción del dolor tiene lugar en la mente; su interpretación es difícil de explicar o describir en términos que signifiquen lo mismo para otras personas, ya que no hay objeto de comparación, como en el caso del sabor, y no se dispone de instrumentos de medición, como la temperatura y el termómetro. De manera que resulta complicado explicar para el paciente y de entender para el odontólogo.
Umbral. La interpretación del dolor varía según la sensibilidad o umbral, lo cual es una especie de límite o barrera que al pasarse desencadena el estímulo doloroso. Este umbral varía de persona a persona. Son hipersensibles o hiperreactivos aquellos individuos que tienen un umbral bajo y que reaccionan pronto y al menor estímulo. Son hiposensibles o hiporreactivas aquellas personas que tienen un umbral alto y necesitan de estímulos mayores para desencadenar el dolor.
Umbral y ansiedad. La ansiedad juega un papel muy importante en el umbral, pues lo altera con mucha facilidad, disminuyéndolo y volviendo a la persona más sensible. Es necesario que el odontólogo detecte estos fenómenos dado que la ansiedad es una respuesta común en la mayoría de sus pacientes, independientemente de su edad, género o condición. Debe aprender a reconocer y a manejar la ansiedad, ya que la reducción de ésta dará como resultado una elevación del umbral y un paciente hiporreactivo que desde luego será más fácil de tratar.
Ansiedad y angustia. La ansiedad se define como un temor incrementado de origen incierto, muchas veces no concreto. Se caracteriza por exageraciones y fantasías trágicas, así como imágenes aumentadas de sucesos no bien definidos. En general, las respuestas del enfermo no corresponden al estímulo recibido. Se denomina angustia cuando se acompaña de manifestaciones como taquicardia, hiperventilación, sudoración y palidez. Este es un miedo mayúsculo que puede provocar trastornos psicosomáticos, de modo que el paciente puede responder con dolor aun sin estímulo. La ansiedad se desencadena por alguna de las siguientes situaciones:
a) El recuerdo de experiencias previas o parecidas. El odontólogo siempre debe preguntar acerca de las experiencias odontológicas o médicas previas.
b) Su interpretación de la información. Es necesario tener mucho cuidado con lo que le decimos y el lenguaje que usamos con el paciente. Hefferman y Azarnoff demostraron que demasiada información produce más ansiedad que ninguna información.
b) Su interpretación de la información. Es necesario tener mucho cuidado con lo que le decimos y el lenguaje que usamos con el paciente. Hefferman y Azarnoff demostraron que demasiada información produce más ansiedad que ninguna información.
c) Situaciones nuevas y extrañas. Éstas producen niveles importantes de ansiedad, por lo que debemos ser tolerantes y considerados con las personas que no tienen experiencia con el dentista, especialmente los niños.
Ansiedad y el control del dolor. Como ya se explicó, el dolor y la ansiedad son complementarios; el control de la ansiedad traerá consigo la elevación del umbral y la disminución de la respuesta dolorosa. Asimismo, la eliminación del dolor a su vez ayudará a minimizar la ansiedad. Por esta razón el odontólogo debe prestar atención no sólo a los procedimientos clínicos para el manejo del dolor tales como la anestesia y la analgesia, sino poner énfasis en los aspectos psicológicos del manejo de un paciente ansioso.
Manejo psicológico de la ansiedad. Jhonson y Baldwin propusieron: “domina tu propia ansiedad”. También demostraron que la ansiedad es transferible (ansiedad por contagio). La confianza y la seguridad son tan importantes como el dominio de las técnicas de anestesia. La mejor técnica de manejo conductual para disminuir la ansiedad es la DMH (Decir, Mostrar, Hacer) y su variante DMEH (Decir, Mostrar, Ensayar y Hacer). Resulta esencial explicarle al paciente los procedimientos mientras los muestra, tal vez con apoyos visuales o en modelos figurados. Siempre que pueda, intente enseñar y ensayar lo más cercano a lo real, de manera que durante la fase de hacer, la persona se sienta cómoda porque usted está haciendo lo que explicó; intentar hacer algo diferente le desencadenará ansiedad. Utilice un lenguaje apropiado para cada paciente en particular, según sus propias condiciones. Aprenda a dar sólo la información suficiente, de forma clara, no ofrezca datos de más y no sea repetitivo.
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